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De un PowerPoint a facturar dos millones de euros en proyectos con impacto

«Éramos unos chavales con un PowerPoint.» Así es como describe Jordi Oliver, director ejecutivo de inèdit, los inicios de la empresa, en marzo de 2009. Quince años después de aquel PowerPoint, Inèdit cuenta con un equipo de 35 personas, ejecuta 150 proyectos al año y prevé facturar 2,2 millones de euros en 2024, acompañando a empresas y administraciones en la transformación hacia un sistema de producción y consumo más sostenible. «Somos los de la acción, los de la transformación», señala Oliver. «No estamos aquí para hacer cualquier proyecto; queremos clientes que aprovechen nuestras horas para reducir el impacto ambiental, las emisiones, los residuos; queremos dejar un legado».

En este tiempo, el contexto ambiental ha cambiado mucho. inèdit también ha cambiado. «Los problemas que en 2009 nos decían los científicos que llegarían, ya han llegado. El sentido de urgencia se ha acentuado; y se han acentuado la normativa y la oportunidad; la ciudadanía está más concienciada, hay más demanda», explica el director ejecutivo. En aquella época, «cambiar una empresa era una quimera», y esto hacía que el foco del trabajo fuera el producto; cómo mejorarlo y hacerlo ambientalmente más correcto. Ahora, en cambio, «hablamos sobre todo del negocio: de cómo producimos, de cómo consumimos, de cómo nos relacionamos con el consumidor. Es mucho más amplio, mucho más complejo, y permite una transformación mucho más profunda y necesaria».

Los quince años de historia de inèdit son un buen pretexto para repasar los inicios, conocer los aprendizajes hechos en este tiempo y señalar las líneas futuras.

Los orígenes: picar piedra

Aquellos chavales con un PowerPoint eran, además de Oliver, Carles Gasol, Raul Garcia, Ramon Farreny y Julia Martínez, que actualmente trabajan en inèdit y constituyen el equipo directivo. Se habían conocido unos años antes en el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB), donde habían cursado los estudios de doctorado dentro del grupo de investigación Sostenipra, bajo la supervisión de pioneros del ecodiseño, la ecología industrial y el Análisis de Ciclo de Vida (ACV), como Joan Rieradevall o Xavier Gabarrell, entre otros.

En total, los socios fundadores de la empresa fueron once, todos vinculados al ICTA: además de los cinco, tres profesores ―Gabarrell, Rieradevall y Louis Lemkow― y los doctorandos Jesús Boschmonart, Laura Talens y Neus Puy. «Fue un proceso de gestación muy largo y compartido donde quedaba claro que, aunque había unos profesores que nos apoyaban, los que lo liderábamos teníamos que ser los doctorandos», explica Oliver.

Inèdit fue la primera spin-off ambiental de la UAB. Comenzaron ofreciendo lo que sabían hacer: métricas, análisis de ciclo de vida y ecodiseño. «Nos pensábamos que el camino sería muy plano, pero no se nos entendía», relata Raul Garcia. «Tuvimos que darle una vuelta al servicio, no podíamos hacer lo mismo que en la academia, teníamos que ofrecer lo que realmente es importante para las empresas, que es tener información para tomar decisiones», añade. En este sentido, una mejora muy básica pero efectiva que introdujeron fue poner los resultados en el primer capítulo de los informes, lo que, apunta Garcia, «implicaba poner en valor el resultado, más que el método».

¿Y cómo arrancó el proyecto? Poco a poco, y «picando mucha piedra», detectaron las empresas con más interés y más nicho, señala Carles Gasol, que también apunta al «impulso que han supuesto palancas como la legislativa, sin la cual no seríamos tanta gente como somos ahora».

De científicos a emprendedores

Dejar la academia y convertirse en emprendedores es un reto que no es fácil. Para Gasol, «hay tracción, pero no formación». Es decir, «los parques de investigación y las instituciones que impulsan el emprendimiento lo fomentan, pero se topan con gente que no está formada para esto, y es aquí donde hay miedos, temores e inseguridades». El director de Desarrollo de negocio tiene claro que quienes se atreven a hacerlo es porque tienen otros inputs que los lanzan al negocio. Por ejemplo, en el caso de inèdit, fue el apoyo del grupo de investigación Sostenipra, la experiencia previa del equipo en entidades del tercer sector o en empresas familiares, y, sobre todo, «la oportunidad de liderar un proyecto propio donde parecía que habría recorrido y demanda en el futuro», apunta.

Sea como sea, «el conocimiento científico se tiene que envolver de mucho más: de la gestión de las personas y los equipos, de las ventas, de saber comunicar…, y eso no te lo ha explicado nunca nadie cómo hacerlo», dice Oliver, y todos coinciden con Ramon Farreny en que, en este proceso, la clave es «aprender sobre la marcha y tirar para adelante».

El secreto de inèdit

Muchas bandas de música no sobreviven ni al primer disco, pero el núcleo duro de Inèdit sigue intacto quince años después de haberse fundado. ¿Cuál es el secreto? Para Julia Martínez: «Nos complementamos muy bien porque sabemos valorar y confiar en cada uno en lo que sabemos que hace bien; para mí, es un tema de confianza». La base de la confianza de la que habla Martínez ya se forjó en la Universidad, y Farreny lo explica muy bien: «No es lo mismo un enamoramiento repentino en el que te vas a vivir con una persona que no conoces, que montar una empresa con un grupo con el que has estado tres o cuatro años exponiéndote a diferentes situaciones». Para este socio de inèdit, a esta confianza hay que añadirle que «venir de hacer una tesis doctoral, en la que trabajas mucho por pocos dineros, nos ha hecho ser muy resilientes».

«Para mí, el secreto es que creemos mucho en lo que hacemos», afirma Garcia. También, la implicación del equipo en un proyecto que «todos se sienten suyo» y que hace que «se deje la piel», en palabras de Gasol. En esta línea, para Oliver la clave es «el hecho de estar en un proyecto singular que es tuyo, y que lo estás construyendo, y que hace que quieras continuar y que, si hay alguna dificultad, la quieras superar».

«Seremos lo que queramos ser»

Al preguntar a los cinco socios directores cómo será Inèdit en el futuro, todos responden unánimemente: «Seremos lo que queramos ser». Farreny es el que más se explaya en la respuesta: «Queremos poder vivir haciendo algo que nos llene y que genere impacto positivo, y nuestro reto es seguir generando impacto adaptándonos a las necesidades del mercado; y si en el mercado hay demandas que no generen impacto positivo, no las haremos. Nuestro reto es encontrar el camino que nos permita progresar y evolucionar manteniéndonos fieles a nuestra idea general, que es hacer las cosas por el bien común». A esto, Martínez añade: «Y hacerlas bien y cuidando al equipo».