La COP30 cierra con un acuerdo de mínimos y la reafirmación del sector empresarial como agente clave en la transición climática
Durante la cumbre se presentó la Declaración de Belém, que hace un llamamiento a modernizar el sector industrial, y se dio a conocer el primer marco global, voluntario y armonizado para medir, gestionar y comunicar el rendimiento circular de las organizaciones.
La COP30 de Belém se cerró con pequeños avances, pero con una gran asignatura pendiente: una hoja de ruta para eliminar los combustibles fósiles. Más allá del resultado de la cumbre, calificado de «poco transformador», lo que sí ha quedado claro es que el sector privado y la economía circular ganan cada vez más peso en las políticas climáticas globales. Antes incluso de que la COP30 diera el pistoletazo de salida, el presidente André Corrêa do Lago dirigió al mundo empresarial una carta en la que los instaba a «liderar la transición climática» y ponía de relieve la transformación económica como una gran oportunidad de inversión. La Declaración de Belém, por su parte, pone en marcha una agenda que pretende redefinir el desarrollo industrial global desde la óptica de la sostenibilidad, la innovación y la justicia social.
Un cambio de escala
Uno de los ejes principales de la Declaración es la transición energética y la modernización industrial, con el objetivo de acelerar el paso hacia energías más limpias y modernizar el sector industrial global. Lograrlo implica repensar materiales, procesos y ciclos de vida, lo que favorece la adopción de prácticas circulares, incluidas las cadenas de valor globales, la recuperación de materiales, una economía postconsumo y la innovación en diseño y materiales.
La Declaración de Belém invita a un cambio de escala: ya no se trata solo de reducir emisiones o impulsar energías renovables. «Se trata de reinventar la base industrial y el sistema económico global a partir de un enfoque de sostenibilidad sistémica, en el que la transición circular deja de ser una opción y se perfila como un elemento estructural del nuevo modelo económico global», afirma Jordi Oliver Solà, director ejecutivo de inèdit.
«Sin circularidad no se conseguirá el net zero»
En esta línea, durante la cumbre se presentó el Global Circularity Protocol for Business (GCP), elaborado por el World Business Council for Sustainable Development (WBCSD y la One Planet Network. Se trata del primer marco global, voluntario y armonizado para medir, gestionar y comunicar el rendimiento circular de una organización a inversores, reguladores, clientes y miembros de la cadena de valor. Su ambición es doble: convertir la circularidad en un pilar estratégico para las empresas y generar información fiable para inversores y responsables políticos.
El Global Circularity Protocol for Business (GCP) es el primer marco global, voluntario y armonizado para medir, gestionar y comunicar el rendimiento circular de una organización
Está dirigido a organizaciones de todos los tamaños, sectores y ámbitos geográficos, sean multinacionales o pymes, con el objetivo de que comprendan cómo generar valor y apoyar la transición hacia sistemas económicos circulares.
Actualmente, la extracción y el procesamiento de materiales provocan más del 55 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Adoptando estrategias circulares, podrían evitarse potencialmente 76 gigatoneladas de CO₂ y ahorrarse hasta 120.000 millones de toneladas de materiales de aquí a 2050. «Mientras la descarbonización se acelera, el uso de materiales y los residuos siguen aumentando, lo que compromete tanto los objetivos climáticos como los de la naturaleza. Sin circularidad no se alcanzará el net zero», afirma Peter Bakker, presidente y CEO del WBCSD.
Según el informe, aplicar las recomendaciones del GCP podría generar millones de puestos de trabajo vinculados a actividades como la reparación, el reciclaje o la remanufactura, reducir la contaminación atmosférica y disminuir la presión sobre los suelos agrícolas y los ecosistemas.
Con el GCP, la circularidad gana rigor y una brújula común. Tras una COP30 que deja un sabor algo agridulce, el mensaje que emerge del mundo empresarial es claro: entramos en una era decisiva para que las organizaciones conviertan la circularidad en una palanca real de competitividad, transparencia e impacto.
Foto de Ueslei Marcelino/COP30