El proyecto de cálculo de la huella hídrica de Ferrer evaluó el vector del agua desde diversas perspectivas: el consumo, la escasez y la calidad del agua, analizó su uso con una visión de ciclo de vida, desde la fabricación de las materias primas hasta el uso y la gestión de los residuos.

Analizar el impacto sobre el agua en paralelo al análisis de la huella de carbono permite identificar si hay medidas que pueden mejorar uno de estos indicadores, pero empeorar el otro. Concretamente, esta metodología permite ver que, a pesar de tener electricidad renovable, podemos estar generando un impacto importante sobre la disponibilidad hídrica si el mix renovable es muy intensivo en agua.

Al ser un impacto regional, también permite identificar dónde el consumo puede tener un impacto mayor y tomar decisiones sobre la ubicación de los procesos más intensivos en agua.