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Los principales proyectos de compensación de emisiones son «porquería», según un estudio internacional

 

 

A partir del 2026, las empresas que utilicen expresiones como «carbon neutral» o «biodegradable» para vender sus beneficios ambientales deberán demostrar que son afirmaciones precisas en la realidad. Así lo ha acordado la Unión Europea este mes de septiembre con el objetivo de poner fin al greenwashing por parte de las empresas. Detrás de una empresa o producto que se presenta como neutro en carbono suele estar la compra de créditos de emisiones, una medida adoptada por gobiernos, organizaciones y empresas del sector del gas y el petróleo, compañías de vuelos, comida rápida, moda y tecnología, e incluso universidades, para afirmar que reducen su huella de carbono. Ahora, el periódico británico The Guardian ha publicado las conclusiones de un estudio realizado en colaboración con Corporate Accountability sobre los proyectos de compensación de emisiones que venden la mayoría de los créditos de carbono, concluyendo que son porqueria» porque «muestran defectos fundamentales» y, por lo tanto, «no se puede confiar en ellos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero».

Los créditos de carbono son permisos o certificados que permiten a quien los compra compensar una tonelada equivalente de dióxido de carbono invirtiendo en proyectos que supuestamente reducen las emisiones de gases de efecto invernadero. Según The Guardian, «cada vez hay más evidencia de que se exageran los beneficios climáticos» porque «no pueden garantizar que aumenten la reducción de las emisiones de forma permanente», entre otros problemas. En este sentido, el director ejecutivo de inèdit, Jordi Oliver, se pregunta: «¿Puede considerarse equivalente tener secuestrado el carbono fósil en forma de carbón, petróleo o gas que tenerlo en un ser vivo? Si invertimos en reforestación para secuestrar carbono, ¿cómo podemos garantizar que los árboles seguirán vivos dentro de cuarenta, ochenta o cien años?».

En el mencionado estudio, The Guardian y Corporate Accountability analizaron los cincuenta proyectos de compensación de emisiones que más créditos de emisiones han vendido a nivel mundial, incluyendo proyectos en áreas como reforestación, energías renovables, residuos y eficiencia energética en hogares de países en vías de desarrollo. La suma de estos proyectos representa cerca de un tercio del mercado voluntario global de emisiones, lo que indica que «los créditos de emisión que son inútiles o están sobrevalorados y exageran sus beneficios en cuanto a la reducción de emisiones son la norma».

Primero reducir, después compensar

En cualquier caso, «mezclar los esfuerzos de descarbonización de una actividad empresarial con las donaciones que se pueden hacer para financiar proyectos externos a una organización es engañoso y confuso», según el director ejecutivo de inèdit. «No tiene nada que ver el esfuerzo que implica descarbonizar la propia actividad y la cadena de valor con pagar para que otros actúen». Respecto a la compensación, Oliver afirma que «será necesaria, y se puede hacer correctamente, pero hasta ahora se ha aplicado de manera incorrecta y ha sido una herramienta de greenwashing». «Por experiencia propia», explica, «al ser más fácil, rápido y económico pagar créditos de carbono que actuar en la propia descarbonización, se está pervirtiendo el orden de ‘calcular, reducir y compensar’, que a menudo termina siendo ‘calcular rápidamente y barato, compensar y comunicar’».