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Una metodología permitirá calcular los residuos que generan los festivales en Catalunya

Envases de un solo uso, los vuelos de los artistas, los desplazamientos del público, el merchandising, la comida, los baños portátiles, la energía. Un festival genera, en promedio, 500 toneladas equivalentes de dióxido de carbono, y cada persona que asiste emite alrededor de 5 kg de CO2 al día, según un estudio de la asociación británica sin ánimo de lucro A Greener Future. Con el objetivo de orientar a los organizadores de festivales y otros eventos en la toma de decisiones, inèdit está diseñando una metodología para calcular la cantidad de residuos que se generan en los festivales de Catalunya y analizar cómo se gestionan en el marco de una economía circular. La metodología permitirá cuantificar los residuos generados y la huella de carbono asociada a estos residuos, por día y asistente, y el objetivo es que sirva para proponer acciones para mitigar la generación de residuos y mejorar su gestión final. El encargo es de la Agencia de Residuos de Catalunya, y la edición del 2023 del Festival Cruïlla será el estudio piloto.

De esta manera, se analizará el flujo de materiales del Festival en las fases de planificación, organización y montaje, así como durante la celebración y desmontaje; en relación con los residuos, se identificará tanto la cantidad que se ha generado como el destino final de cada una de las fracciones recogidas. Como resultado, se obtendrá una serie de recursos para facilitar el cálculo de los flujos de materiales y residuos que podrá utilizar cualquier festival o evento que se realice en Cataluña. También se propondrán acciones y estrategias para reducir el uso de materias primas, y prevenir y mejorar tanto la recogida selectiva como la gestión final de los residuos. Además, se calculará la huella de carbono asociada a los residuos generados, un cálculo que, como recuerda la project manager de inèdit al frente del proyecto, Manuela Santoyo, «es fundamental a la hora de detectar los puntos críticos, tomar decisiones y, en un futuro, poder hacer el seguimiento de la efectividad de las acciones que se hayan llevado a cabo».

«Contar con una imagen completa de los residuos que se generan en las fases previa, durante y posterior a la celebración de un evento permitirá identificar oportunidades de mejora en cuanto a la tipología de los materiales a utilizar y sobre cómo replantear la separación y gestión de los residuos; al mismo tiempo, tener una perspectiva global de qué peso tiene cada tipología de residuo en el impacto ambiental total será fundamental a la hora de priorizar dónde poner el foco de atención para idear soluciones», añade Santoyo.

Una inquietud que viene de lejos

Que los festivales de música y los grandes eventos trabajen para ser más verdes no es una novedad. Uno de los pioneros en la introducción de criterios de sostenibilidad en los festivales es el grupo británico de música indie Radiohead, que en 2007 calculó la huella ecológica y de carbono de sus giras por norteamérica de los años 2003 y 2006. Otro caso bien conocido es el de la banda Coldplay, que en 2018 se propuso reducir a la mitad las emisiones de CO2 en cada gira con respecto a la anterior, y que en marzo de 2022 lanzó una app dirigida a reducir las emisiones del transporte de los asistentes a sus conciertos.

Si hablamos de festivales en nuestro país, el festival Primavera Sound calcula desde 2011 sus emisiones de gases de efecto invernadero y ha introducido iniciativas como los vasos reutilizables, el reciclaje o el fomento del transporte público. El Festival Cruïlla, por su parte, limita su aforo a 25.000 personas al día para reducir la presión en el barrio, y apuesta por artistas y proveedores locales; también ha impulsado el uso de vasos reutilizables y ha instalado fuentes de agua gratuita en todo el recinto, entre otras acciones. Fuera de Catalunya, es conocido el Festival DGTL de Ámsterdam, considerado uno de los festivales de música electrónica más sostenibles del mundo. En 2017, el Festival introdujo una herramienta para analizar los flujos de materiales, agua, movilidad y energía durante el festival; redujo el número de plazas de aparcamiento para disuadir a los asistentes de usar coches privados, ofreció transporte público a un precio más económico de lo habitual y se asoció con una empresa suministradora de energía verde para abastecer el festival.